martes, 27 de febrero de 2007

Estudios Culturales, Clase, Ideología, Hegemonia... aproximaciones

Estudios Culturales y Cultura un dialogo dialectico y polemico.


Las transformaciones que a sufrido el concepto de Cultura como lo han visualizado los fundadores de los Estudios Culturales, Richard Hoggart, Edgard p. Thompson, Raymond Williams y Stuart Hall, entendiendo a la cultura como un espacio para el dialogo entre cultura y sociedad, no debiendo ser esta concebida bajo los parámetros clásicos, de acuerdo a los cuales esta era entendida, ya sea como conservadurismo cultural o como reconstrucciones marxistas que relegan a la cultura a un reflejo de las relaciones económicas de producción. En consecuencia una visión que idealizaba y sobredeterminada a la cultura, estableciendo quiebres claros frente a lo que no entendían por cultura y otra que lo rebajaba a un segundo plano circunstancial, como un mero reflejo de las relaciones económicas de producción.
Mas allá de estas dos vertientes, que sin duda alguna, nos plantean reduccionismos, para comprender el fenómeno multidimensional de la cultura, esta comenzara a ser pensada y teorizada a partir de los Estudios Culturales, como un dialogo polémico y dialéctico, en una tensión constante, entre cultura y conceptos tales como: clase, industria cultural, política, arte, hegemonía, estado-nación, genero, epistemología, modernidad, identidad, ciencia, ideología, hibridez etc. Richard Hoggart fundo los Estudios Culturales en la escuela de Birmingham (Inglaterra década del 60) en el cual el estudio de la cultura se convirtió en el estudio de los modos e instrumentos con que los medios de comunicación de masas y la cultura importada colonizaban a las clases obreras, este proceso no es menor, producto, de que, el propio concepto de clase es el que se comienza a reconceptualizar, por parte de los autores fundadores de los estudios culturales, en su proyecto fundacional.
Es a partir de esta critica de la cultura, que se comenzó a realizar una critica de la sociedad burguesa, en la cual se comienzan a denunciar los estragos de la vida mecanizada, el triunfo de la razón de tipo instrumental por sobre la razón sustantiva, con sus respectivas consecuencias tanto materiales como simbólicas, proceso, el cual, comenzó a formular nuevas formas de aproximarse a la vertiginosa realidad social.

La razón humana se constituye en el elemento distintivo del tiempo moderno, en el cual los conceptos de libertad y autonomía como autoresponsabilidad cartesiana, juegan un rol primordial, el ideal de la autoresponsabilidad, será el ideal fundacional de la cultura moderna occidental, trayendo consecuencias materiales y simbólicas, las cuales en muchos casos resultan ser difícil de percibir por la propia razón humana, debido a sus configuraciones lingüísticas cada vez mas complejas, las cuales, cambian tal como cambia el estado de las cosas.
Ser autoresponsable, es ser libre en el sentido ilustrado, esto en términos Kantianos, el punto es que la razón humana entra en crisis, se pone bajo tela de juicio y al suceder esto lo que se esta poniendo bajo sospecha no es nada menos que los pilares e ideas que sostienen la sociedad moderna occidental. Lo que esta bajo sospecha es el tema de la racionalidad de los valores, de la cual la axiología no ha podido hacerse cargo, ya que los valores se encuentran constantemente configurándose, desconfigurandose-reconfigurándose y de la moral en su esencia constitutiva, lo que sucede es que los conocimientos fúndantes que han servido de pilar para nuestra sociedad se encuentran en jaque y bajo un peligroso estado de desvanecerse (estos conocimientos fúndanles se vuelven cada vez menos perceptibles) bajo la lógica de la puesta en duda de la razón humana ilustrada, ya que es esta la que nos a llevado a los tremendos grados de deshumanización en los cuales nos encontramos y que además se incrementan gradualmente con el avance de la historia, se puede señalar y que además tiene un carácter paradojal, que la razón humana a conducido a la humanidad a un estado catastrófico de irracionalidad en el cual el agotamiento de los grandes relatos legitimadores del proyecto moderno ilustrado pierden sentido y producen una cierta esquizofrenia en las relaciones sociales y su respectiva materialización en las practicas sociales, que también lleva una carga simbólica muy potente, la cual configura escenarios cada vez mas complejos, difíciles de identificar y por ende contradictorios al proyecto Moderno.
Lo que sucede es que la razón humana ilustrada a generado una desvinculación de los sujetos, por muy paradójico que suene bajo los conceptos fúndanles de la modernidad, tales como libertad, igualdad, lo que produce una perdida de identidad, lo que necesariamente genera una creciente e inevitable atomización de lo social

Esto genera una primacía en lo social de la razón técnica (en Horkhaimer como Razón Instrumental, en Marcuse como Razón Unidimensional, en Adorno como Razón Identificante, en Habermas como Acción Técnica) que se ha materializado en la sociedad. En este sentido se entiende esto, por ejemplo desde Félix Guattari lo que el denomina como la axiomatización del deseo o desde otras visiones, en donde aquellas axiomatizaciones de algún modo invisibilizan a la razón a una condición irracional del hombre. De acuerdo a Foucault, esto es entendido en las practicas sociales como un control y dominación a partir de los dominios del saber moderno como sociedades disciplinarias, en donde los saberes o mas bien el conocimiento lleva incrustado la propia iracionalizaciòn del hombre moderno.
Los estudios Culturales pretenden alejarse de los reduccionismos economiscistas, para comenzar a pensar los conceptos de clase y de historia popular. Se comienza a hacer referencia, que resulta imposible abstraer a la cultura de las relaciones que esta guarda con el poder y las correspondientes estrategias que este realiza para dominar las practicas sociales, dominación que por lo demás, esta planificándose estratégicamente, a partir de diversas formas por la ciencia. Tanto Williams como Thompson comparten la visión de que la historia, es construida a partir de las luchas sociales y las constantes disputas que estas han tenido históricamente por la hegemonía, estas luchas sociales que construyen la historia, es necesario, pensar que las luchas están compuestas por relaciones antagónicas, entre quien tiene el poder quien no lo posee, pero el que no posean el poder ciertos sectores no los hace que se constituyan como clase por el solo hecho de no poseer el poder.
El sector mas desfavorecido en las luchas sociales o quienes no poseen el poder, comenzó a ser denominado con el concepto de “masas” y estas se constituían en una amenaza a la hegemonía cultural, que por lo demás eran la mayoría en términos cuantitativos. Es acá donde surge el primer problema, ya que, las masas siempre son pensadas como otro, otro el cual resulta difícil reconocer, otro el cual en muchas ocasiones pierde toda materialidad, se construye en una especie de fantasmagorización subjetiva, la cual, en muchas ocasiones sentimos su presencia, pero en muy raras ocasiones logramos ver y cuesta reconocer sus practicas concretas en lo social, además se acepta que la condición moderna se caracteriza por la libertad y la democracia y que esta se encuentra garantizada a merced a instituciones basadas en el orden político democrático, la economía de mercado y la ciencia como la proporcionadora de una verdad ilimitada, la ciencia como el ente que organiza las masas, en consecuencia, lo social.
Por otro lado la constitución del Estado moderno como una condición de la sobrevivencia de la modernidad, esta sustentada dirá Charles Taylor en los preceptos de la libertad y la razón, que de acuerdo al autor son preceptos contractualistas que surgen al interior de la constitución burguesas y sus ideólogos (Rosseau, Tocqueville, Locke, etc), que en el fondo son los preceptos fúndanles del liberalismo económico. En general se puede pensar que la constitución del Estado moderno se origina como una materialización de la modernidad a partir de la institucionalización del poder político, en este sentido, se entiende, de acuerdo a las fundamentos valòricos y morales de la modernidad, que el Estado es el resguardo de la sociedad moderna, pero de acuerdo a su configuración esto no seria así, de acuerdo a Niklas Luhman, “Toda teoría política, dado que la Política es un fenómeno social, se guía, implícita o explícitamente por las premisas de una teoría Social. Frente al antiguo supuesto europeo de una justificación política de la sociedad, a lo largo del siglo XIX se impuso la tesis de la separación de Estado y Sociedad. Esto se consiguió a un alto coste: restringiendo el concepto de sociedad al sistema de las necesidades; en otras palabras, a la Economía. Los efectos de esta predisposición teórica se dejan sentir todavía de múltiples maneras. El político y sobretodo el constitucionalista contempla así frecuentemente a la sociedad como algo que se “contrapone” al Estado. Se dice que el Estado ha de ocuparse de las “Fuerzas Sociales”. Pero el Estado no es nada fuera de la Sociedad, constituye uno de sus sistemas funcionales”
La industria cultural, las instituciones, preocupadas por las masas, por ese otro, necesitaban abastecer, mantener ocupadas a estas masas, los estudios culturales y sus principales autores, tomaron distancia de las conceptualizaciones que realizo por ejemplo la escuela de frankfurt, en donde se entendía a las masas como entes pasivos frente a la industria cultural, en el hombre unidimensional de Marcuse por ejemplo, se entendía que las masas no discriminaban y solo absorbían lo que la industria cultural otorgaba. Por el contrario los estudios culturales, entendían a las masas como sujetos, los cuales, tenían poder de discriminación frente a lo que la industria cultural les ofrecía, por lo tanto, no eran sujetos pasivos, los cuales estaban a merced de la industria cultural.
Es acá donde los estudios culturales, comprendían que la comunicación, no es solo transmisión, sino que también, es recepción y respuesta. La comunicación cumple un rol de dominación de las masas cuando se basa solo en la transmisión, si ponemos el ejemplo de los medios de comunicación masiva, radio, televisón, etc. Estos logran penetrar en las mentes de las masas, atomizándolas, instalando concepciones, tales como la objetividad, la cual habla en nombre de la ciencia esgrimiéndose como verdad absoluta, generando un sentido común uniforme, el cual contribuya a ver a las masas como lo popular, en consecuencia, a no identificarse con lo otro, lo otro que resulta peligroso, que atenta contra los patrones valorativos de la hegemonía.
Evidentemente la masa es entendida como la mayoría, como el publico por la industria cultural, la cual, puede resultar realmente peligrosa, de no mantenerse atomizada, por su capacidad de configurar practicas sociales las cuales, por ejemplo entendidas como subalternidad, se constituyan en un peligro para la hegemonía, incluso constituyéndose la subalternidad como una practica contra hegemónica.
Creo que resulta necesario no hablar de “clase” sino que de “clases”, ya que sin el animo de realizar reduccionismos, la clase no puede ser pensada o determinada por quien es dueño de los medios de producción y quien no. Ni de dominación ideología, en el cual la minoría ilustrada puede liberarse. Pero efectivamente nos surge la disyuntiva que nos proporciona la conciencia, creo que tampoco podemos afirmar, que es la conciencia (subjetivismo) la que constituye una clase(Ej: me siento parte de la clase obrera, pero soy dueño de los medios de producción) o la experiencia (empirismo) (Ej: vendo mi fuerza de trabajo pero no me identifico con la clase obrera). Definitivamente, creo que conciencia y experiencia no pueden pensarse en canales separados, los cuales no convergen en ningún lugar, es necesario lograr a partir de practicas de tipo subalternas, constituir nociones como clase, genero, minorías, como practicas de resistencia y contra hegemónicas frente a la hegemonía dominante. No con la finalidad, de que estas practicas subalternas se conviertan en una fuerza hegemónica, sino, como forma de interpelación a la hegemonía que detente el poder.


Ideología en Raymond Williams

No esta demás comenzar señalando, que el estudio del mundo popular, realizado por los estudios culturales, no tiene su principal foco de análisis en la figura del dirigente popular, sino que en la cotidianidad del mundo popular.
Pensar los contenidos ideológicos de una determinada cultura, nos conduce a comprender un contexto determinado, en el cual existe un sistema valorativo, con sus respectivas representaciones en practicas sociales concretas, en el cual, dos conceptos son clave, el de resistencia y el de aceptación frente a las ideas dominantes. Ideología conduce necesariamente a hegemonía. Concepto (hegemonía) formulado por el teórico marxista Antonio Gramsci durante la década del treinta. Gramsci plantea que hegemonía es fundamentalmente una construcción del poder a través de uno de los conceptos señalado anteriormente aceptación (de los dominados) , los cuales manifiestan una conformidad frente a los valores dominantes que estructuran el espacio social, podemos señalar a priori que existe un consenso generalizado, producido por la conformidad en el mundo. Gramsci intenta reflexionar tanto sobre la capacidad de resistencia de los dominados, como sobre la manera en que un sentido común es difundido por las pautas valorativas de la clases dominantes, en consecuencia como las practicas subalternas resisten al marco valorativo que establecen las clases dominantes.
Como se expresa en la lectura numero 5 existen tres versiones habituales del concepto ideología los cuales aparecen en los escritos marxistas: a) Un sistema de creencias caracteristico de un grupo o una clase en particular, b) Un sistema de creencias ilusorias –ideas falsas o falsa conciencia- que puede ser contrastado con el conocimiento verdadero o cientifico, c) El proceso general de la producción de significados e ideas.
Sin duda alguna, se produce una ruptura clara y tajante con la metafísica, ya que, son los hombres los que construyen las ideas en el mundo, y no existe ningún mandato divino que se lo atribuya.
Hablar de ideología, es aparentemente hablar de un plano subjetivo, pero este necesariamente posee distintas formas de materialidad las cuales son concretas. Para Destutt de Tracy el concepto de ideología lo utilizaba para la ciencia de las ideas, en consecuencia conceptualización que podríamos acuñar al empirismo. Por lo tanto las ideas, no podían ser comprendidas por las antiguas concepciones metafísicas o idealistas, sino que por la ciencia de las ideas, buscaban dar autoridad científica a la ciencia de las ideas. La génesis de este movimiento la podemos encontrar en Comte, quien se proponía la destrucción de las visiones trascendentales imperantes y dar por superado el estadio metafísico e idealista con el advenimiento del pensamiento empirista-positivista. Estas concepción pretendían romper con lo imaginario y ficticio de la ideología y pasar a lo practico y observable. Sin embargo una gran pregunta que surge es ¿que sucede con los juicios de volor o morales, los cuales no pertenecen al mundo empírico?.
La ideología en gran medida construye racionalidad y determina la moral, y mas fundamental aun construye valores, “ el problema del origen de los valores morales es, para mi , una cuestión de primer orden, en la medida que condicionan el futuro de la humanidad. La obligación de creer que, en el fondo, todo esta en las mejores manos, que un libro, la Biblia, nos proporciona una tranquilidad definitiva sobre el gobierno y la sabiduría de Dios sobre el destino de la humanidad, equivale, traduciendo nuevamente las cosas a un plano real, a la voluntad de no dejar que se manifieste la verdad en relación con el lamentable polo opuesto: la humanidad ha estado hasta ahora en las peores manos, ha estado gobernada por los fracasados, por los vengativos mas astutos, los que se llaman “santos”, que calumnian al mundo y violan al hombre. El signo definitivo de que el sacerdote ( incluyendo los sacerdotes encubiertos que se llaman filósofos) lo ha dominado todo, y no solo a una determinada comunidad religiosa, el signo de que la moral de la decadencia, la voluntad de muerte, es considerada como moral en si, viene determinado por el hecho de que en todas partes se le atribuye un valor absoluto a lo no-egoísta y se combate lo egoísta.” .
Al preguntarse por el concepto de ideología y de los valores en el conciente y/o inconsciente colectivo existen muchas afirmaciones las cuales, son en muchas ocasiones polos completamente opuestos, producto de las distintas ideologías o formas de ver la vida que existen, y por ende conviven al interior de una sociedad compleja, como la que existe en occidente. En la instalación del pensamiento occidental surgen distintos grados de interacciones sociales en el ordenamiento común de los individuos. En este contexto aparecen distintas opciones de vida y formas de constitución de estas, a partir de modos de llevarlas a cabo. Estas condiciones de vida, que se van dando históricamente en las distintas sociedades latinoamericanas, guardan en su interior distintas opciones de llevar a cabo el funcionamiento de estas mismas. Estas están resguardadas de condiciones abstractas ( valores e ideologías ), que marcan la concepción de vida humana en cada individuo y que se instalan para imponer la importancia o alcance de los “puntos de vista” que se interiorizan en la sociedad. Estos “puntos de vista” de la sociedad guardan una relación intima, si bien, con el propio concepto de ideología, esto es como una marco de cohesión al interior de la sociedad en cuestión de su funcionamiento, esto quiere decir, una interpretación esencialmente subjetiva de cada ser en el mundo.
Las ideologías y los valores son construidos por la voluntad de poder concepto nietzscheano, que es la expresión para el ser del ente en cuanto tal, es decir, según Heidegger como el carácter fundamental del ente, esto sería la voluntad de poder. “ La lucha por el dominio de la Tierra y el completo despliegue de la Metafísica que lo sustenta llevan a su acabamiento una era de la Tierra y de la Humanidad histórica; aquí se realizan, en efecto, posibilidades extremas de la dominación del Mundo y del intento que emprende el hombre por decidir sobre su esencia puramente desde sí “ . Por lo tanto, según esta lógica, donde existe vida existe voluntad de poder, por ende es inmanente al ser humano. Esta voluntad de poder guarda una relación sicologista acerca del sentimiento de carencia, es decir, de algo que se anhela, en este caso la tendencia a la posibilidad de ejercer poder. Esta carencia guarda una aspecto romántico y malvado para cualquier mala interpretación producto de que Nietzsche, para Heidegger, piensa algo diferente, esto que entiende el poder como la posibilidad de sobre potenciarse, esto es de enaltecer la vida humana en su colectividad, entendiendo esto así se adquiere la esencia positiva del poder.
En consecuencia ideología y poder no es una relación conflictiva, bajo la línea argumental anterior. Bajo la lógica de la teoría critica y la escuela de Frankfurt para los autores que se inscriben bajo esta corriente filosófica de pensamiento, la ideología a partir de la planeación y la dirección controlada, propias de la sociedad industrializada, logran hacer, según Marcuse que “ las necesidades de los individuos sean precisamente aquellas que eternizan y consolidan al sistema, consiguiendo ver la claridad radiante allí donde reinan las mas oscuras tinieblas” . Es decir, el gran milagro de la ideología del aparato económico-administrativo del capitalismo, legitimando a partir de la victoria del positivismo, consiste en haber conseguido que “los hombres puedan sentirse felices aun cuando no lo son esencialmente como seres plasmados de subjetividad y concepciones de ser en el mundo últimamente de carácter subjetivo” y la conciencia falsa ha pasado a convertirse en una conciencia en general, incrustándose en la subjetividad humana, ya sea como sociedad industrial o sociedad actual de consumo, acrecentando el desarrollo del hombre irracional a una deshumanización mayor que la desarrollada en la etapa industrial
Es en este punto donde claramente el objetivo teórico conceptual no esta dirigido a satanizar a la ideología ni a la racionalidad técnica, ya que como se expresa en uno de los textos mas hermosos respecto del tema de la racionalidad es plasmado con una lucidez realmente envidiable, el cual no es realizado por un erudito en términos nietzscheanos ya que la compresión de un erudito bajo los términos de Nietzsche seria “ el erudito, que en realidad no hace otra cosa mas que “revolver” libros (unos doscientos al día en el caso de un filólogo corriente), termina perdiendo completamente la capacidad de pensar por si mismo. Si no revuelve libros, no piensa. Para el, pensar es responder a un estimulo (un pensamiento leído); al final, lo único que hace es reaccionar. El erudito emplea toda su fuerza en aceptar y rechazar, en criticar cosas ya pensadas, pues el no piensa...”” . Si no que por Martín Heidegger en su texto Serenidad “para todos nosotros, las instalaciones, aparatos y maquinas del mundo técnico son hoy indispensables, para unos en mayor y para otros en menor medida. Seria necio arremeter ciegamente contra el mundo técnico. Seria miope querer condenar el mundo técnico como obra del diablo. Dependemos de los objetos técnicos; nos desafían incluso a su constante perfeccionamiento. Sin darnos cuenta, sin embargo, nos encontramos tan atados a los objetos técnicos, que caemos en relación de servidumbre con ellos. Pero también podemos hacer otra cosa. Podemos usar los objetos técnicos, servirnos de ellos de forma apropiada, pero manteniéndonos a la vez tan libres de ellos que en todo momento podamos desembarazarnos de ellos. Podemos usar los objetos tal como deben ser aceptados. Pero podemos, al mismo tiempo, dejar que estos objetos descansen en si, como algo que en lo mas intimo y propio de nosotros mismos no nos concierne. Podemos decir “si” al inevitable uso de los objetos técnicos y podemos a la vez decirles “no” en la medida en que rehusamos que nos requieran de modo tan exclusivo, que dobleguen, confundan y, finalmente devasten nuestra esencia. Pero si decimos simultáneamente “si” y “no” a los objetos técnicos, ¿ no se convertirá nuestra relación con el mundo técnico en equivoca e insegura?. Todo lo contrario. Nuestra relación con el mundo técnico se hace maravillosamente simple y apacible. Dejamos entrar a los objetos técnicos en nuestro mundo cotidiano y, al mismo tiempo, los mantenemos fuera, o sea, los dejamos descansar en si mismos como cosas que no son algo absoluto, sino que dependen ellas mismas de algo superior. Quisiera denominar esa actitud que dice simultáneamente “si” y “no” al mundo técnico con una antigua palabra: la serenidad para con las cosas.” .
Para generar un marco de análisis, sin la intención de generar ningún tipo de reduccionismos, podemos señalar que la ideología, puede ser pensada como un sistema de creencias con sus respectivas formas valorativas características de una clase, o como un sistema de creencias y formas valorativas ilusorias o de falsa conciencia que puede ser contrastado con el conocimiento científico, la ideología en consecuencia la podríamos asociar con las ideas y lo ideológico con la teoría, de la cual existe, un corpus bastante contundente en especial en el marxismo estructural. Lo fundamental es visualizar como la ideología y lo ideológico se representa para eso el concepto clave a desarrollar es el de hegemonía.

Ideología y Hegemonía

La ideología se puede pragmatizar a partir de la definición tradicional de hegemonía, entendiendo esta como la dirección política o dominación, que ejerce la ideología. Bajo una lectura marxista, podríamos señalar, que las clases dirigentes pragmatizan su ideología (la cual va mutando al igual que las mutaciones que sufre el capitalismo en sus diversas etapas), a partir de la dirección política, que utiliza la coerción directa, frente a las clases subordinadas o dominadas, las cuales no se constituyen como la clase hegemónica dentro de la sociedad. Pero las clases subordinadas, paralelamente a las clases dominantes, cimentaban procesos ideológicos, a partir de dar significados a sus practicas cotidianas y construir su universo valorativo, el cual, evidentemente, se encuentra en una tensión permanente con la hegemonía dominante, la cual genera, o bien practicas de resistencia o de aceptación .
Un ente fundamental, en llevar a cabo este proceso de ideologización a partir de la hegemonía, es el Estado, a partir de sus políticas sociales, culturales, económicas, etc. Sin embargo la hegemonía, no solamente operativaza su actuar a nivel macro estructural (ideología), ni tampoco solo a nivel micro estructural (adoctrinamiento). La hegemonía constituye y construye, un cuerpo de practicas tanto materiales como simbólicas, las cuales atañen al devenir del ser en el mundo, hegemonizando la cotidianidad, como hegemonía dominante, proceso, el cual, en oportunidades, es realizado, a partir de la violencia tanto, material como simbolica, como ente monopolizador de la violencia (el Estado).
Sin embargo Gramsci, nos habré a la posibilidad de pensar una hegemonía alternativa, o una practica contra hegemónica, a través de una articulación de diferentes formas de lucha, que no son fácilmente reconocibles, ya que, no son necesariamente de carácter políticas, las cuales, como se manifestara al final de esta pregunta, se pueden articular bajo el concepto de subalternidad desarrollado por Beverly. Bajo este marco, las practicas contra hegemónicas (subalternas), deben ser constantemente redefinidas, producto de las transformaciones contextuales y el devenir histórico del capitalismo. Lo que genera, practicas sociales de carácter emergente, las cuales, surgen como practicas de resistencia, frente a las mutaciones que va sufriendo el capitalismo, practicas emergentes, las cuales no necesariamente, como se señala anteriormente poseen un carácter político, como por ejemplo, las organizaciones que emergen solamente bajo paramentos coyunturales, que en muchas oportunidades no se proyectan, como practicas, las cuales, pretendan realizar cambios estructurales, o se agrupen y organicen, en torno a una ideología común.
La tensión saber poder se constituyen en dos conceptos centrales, tanto para la ideología, como para la hegemonía. Se nos devela que el objetivo de las ciencias (sociales) es semejante al de las ciencias naturales, por lo tanto su fin es fundar una teoría empírica gravitada en la observación y la comparación sistemática , lo que reduce lo social a certezas verificables bajo el apelativo de verdadero o falso, lo que necesariamente genera una investigación social que esta encaminada a proveer de información técnicamente utilizable para el dominio de la acción instrumental, objetivando de manera descabellada lo social, generando que en el terreno de lo practico resolver la conexión entre ideología e hegemonía. Bajo el concepto de ingeniería social gradual, Popper entiende las actividades publicas y privadas, que para alcanzar un fin o meta utilizan todo el conocimiento tecnológico disponible, esto es lo que Habermas describe como acciones racionales deliberadas.
Sin duda alguna, el saber como poder puede orientarse para la aplicación del método científico, como pragmática de la ideología dominante, la cual, proporcionaría las explicaciones para comprender los fenómenos sociales e intervenir en ellos con el fin de mantener controlada la relación hegemonía-diferencia. La planificación social como herramienta hegemónica de la ideología dominante, seria el medio de control ideológico que resguardaría el orden social, además de ser un medio de comunicación sociopolítico, que también produciría su legitimidad. Así la planificación se constituiría en la organización democrática de la sociedad , por lo tanto el planificador se constituye en un hombre de ciencia, que es capaz de reconocer realidades objetivas, frente a las cuales elabora modelos y estrategias de intervención.
La respuestas que nos ofrece por ejemplo el funcionalismo y el marxismo clásico para comprender la relación de ideología-hegemonía-saber-poder, simplificando al máximo estas formas, podríamos señalar que: la sociedad forma un todo funcional (Talcott Parsons), la sociedad se encuentra dividida en dos (Marx).
En el primer ejemplo (Parsons), la sociedad es una totalidad unida, señalando que la integridad, eficacia y desarrollo de un sistema a dos conceptos, funcional o disfuncional. En el segundo ejemplo, la lucha de clases, perdió toda su radicalidad en nuestros tiempos, perdiendo su estabilidad teórica y corriendo el riesgo de convertirse solo en una utopía.
Necesariamente estas construcciones sociales deben ser reemplazadas, además de despojarlas del control hegemónico, el cual poseen en mayor o menor medida.
Las ideologías totalizantez hegemónicas que dominan lo social. Nos remiten a la diferenciación universalidad particularismo Laclau nos puede esclarecer esta relación que a primera vista parecen impensables juntos “1) lo universal no tiene contenido propio, sino que es una plenitud ausente o, mas bien, el significante de la plenitud como tal, de la idea misma de plenitud; (2) lo universal solo puede emerger a partir de lo particular, ya que es solo la negación de un contenido particular lo que transforma a ese contenido en el símbolo de una universalidad que lo trasciende; (3) puesto, sin embargo, que lo universal –tomado en si mismo- es un significante vació, que contenido particular va a significar a aquel es algo que no puede determinarse ni por un análisis de lo particular ni por un análisis de lo universal en cuanto tales. La relación entre los dos depende del contexto del antagonismo y es, en el sentido estricto del termino, una operación antagónica. Es como si la línea indecidible que separara a los dos polos de la dicotomía hubiera expandido estos efectos indecidibles al interior de los polos mismos, a la relación misma entre universalidad y particularidad.”
Es a partir de esto que los conceptos de ideología y hegemonía no pueden constituirse en un significante vació, no quedarse en las ideas, sino que materializarse en practicas ético-políticas que doten de significación a las practicas, siguiendo a Laclau, ideologías que tengan como horizonte la radicalización de la democracia, en donde se apunte hacia un pluralismo cultural, el cual, sea verdaderamente democrático, a partir, de una verdadera política democrática, la cual en la Laclau es “la otra alternativa es mas compleja pero es la única, en mi opinión, compatible con una verdadera política democrática. Ella acepta plenamente la naturaleza plural y fragmentada de las sociedades contemporáneas pero, en lugar de permanecer en este momento particularista, intenta escribir esta pluralidad en lógicas equivalenciales que hacen posible la construcción de nuevas esferas publicas. La diferencia y los particularismos son el punto de partida necesario, pero a partir de el es posible abrir la ruta hacia una relativa universalización de valores que puedan ser la base para una hegemonía popular. Esta universalización y su carácter abierto condenan por cierto a toda identidad a una hibridizacion inevitable, pero hibridizacion no significa necesariamente declinación a través de una perdida de identidad: puede también significar robustecer las identidades existentes mediante la apertura de nuevas posibilidades. Solo una identidad conservadora, cerrada en si misma, puede experimentar a la hibridizacion como una perdida.” .
En consecuencia la sociedad radicalmente democrática seria “una sociedad radicalmente democrática es aquella en que una pluralidad de espacios públicos, constituidos en torno a problemas y reivindicaciones especificas y estrictamente autónomas unas de las otras, dota a sus miembros de un sentido cívico que es un ingrediente esencial de su identidad en tanto individuos. Pese a la pluralidad de estos espacios, o quizás a consecuencia de ella, se crea una cultura democrática difusa que da a la comunidad su identidad especifica. Dentro de esta comunidad las instituciones liberales –el parlamento, las elecciones, la división de poderes- se mantienen, pero ellas constituyen un espacio publico, no el espacio publico. No solo el antagonismo no es excluido de una sociedad democrática, sino que el es la verdadera condición de su institución.”
La construcción de practicas contra hegemónicas, como practicas validas de interpelación a la ideología-hegemonía dominante, debieran ser realizadas por practicas subalternas entendiendo estas como un fenómeno visible, palpable, instalado tanto histórica como socialmente en el mundo. En este sentido podemos entender a la subalternidad como la definiría Ranajit Guha, es decir, como “un nombre para el atributo general de la subordinación..., ya sea que ésta esté expresada en términos de clase, casta, edad, género y oficio, y de cualquier otra forma”. De esta manera, se puede llegar a entender, que la subalternidad queda convocada a la distinción dual entre lo dominado y lo dominante; entre lo que se disuelve como hegemonía y contra-hegemonía. Por aquello, cuando ingresamos a este terreno, ingresamos a la problemática de la subalternidad como aquella desventaja o lucha hegemónica contra el poder, en el fondo como dirá John Beverly, la subalternidad “trata sobre el poder, quien lo tiene y quien no, quien lo esta ganando y quien lo esta perdiendo”. Es por esto que este acercamiento a la subalternidad, como practica y fenómeno socialmente instalada y como estudio teóricamente viable, nos remitirá a un estudio y/o a una aproximación al problema de la representatividad. En este sentido, también podemos decir la subalternidad, es también un saber académico, pero que se resiste a una simbolización absolutizante. Por aquello, no queda solamente remitido al saber universitario y/o teórico, sino que tendría implicancias, para conocer nuevas formas de practicas sociales de resistencia contra los aparatos de poder y por lo tanto, nuevas formas de conocimiento teórico-práctico para el desenvolvimiento de este fenómeno. Si de esta forma y contextualmente nos encontramos en una nueva etapa del capitalismo, entiéndase, como triunfante o verdadero, el cual se despliega al interior del aparato teleológico de la modernidad, se extingue frente a sus contradicciones fundantes, ya sea como “fin de la historia” o por su interminable aplazamiento como proyecto. Entonces la comprensión de lo social no solo implica una nueva forma de producción y autocrítica, sino también una nueva forma de asumir el proyecto de resistencia en condiciones de globalización y presunta posmodernidad, en donde los estudios subalternos nos colocan en un nuevo escenario para deslizar aquella autocrítica social y contribuir a una practica ejercida de resistencia real frente a los aparatos de poder.